Un último empujón

Hay años en nuestra vida especialmente decisivos y el de los 18 suele

ser el que más.

Este 2015 es el año de los 18 de mi hijo y además de pasar legalmente a

ser adulto (cumplió justo los años para poder votar en las últimas elecciones),

será un año de especial esfuerzo y cambios: dejar el colegio en el que ha
estudiado tantos años, superar las pruebas para realizar los estudios
universitarios que quiere realizar, organizar sus primeras vacaciones
con sus amigos (Mallorca, por supuesto), luego con su chica...

Tiene claro lo que quiere estudiar desde muy pequeño y dónde quiere hacerlo.

A veces bromeo con él y le digo que ya venía programado genéticamente por su
parte paterna: estudiará ingeniería industrial, lo hará en el ICAI como su padre

y hace unas semanas superó las pruebas de acceso a esta universidad.

Pero, como quiere dejar abiertas todas las puertas, se ha preparado bien la
selectividad (perdón, ahora se llama PAU) y ayer tuvo su primer día de
exámenes.

Otros años por estas fechas el campus se llena de nerviosos y desubicados

estudiantes enfrentándose a la Prueba de Acceso a la Universidad, no sólo

intentando superarla, también esforzándose por conseguir la nota necesaria

para acceder a los estudios deseados. 

Cada año me transmiten ese nerviosismo y este año aún más porque sé

que Javi está entre ellos y aunque tenga asegurada ya plaza en la

universidad en la que estudiará, se ha esforzado por mantener
la posibilidad de poder realizar estudios en el futuro en alguna
de las universidades públicas.

Sí, puedo imaginar lo que estáis pensando: tengo un hijo ejemplar y así es.

También bromeo con su padre al respecto. "Tú y yo pusimos todo lo bueno

en el niño y no nos dió para más" 

;-)

¡Estamos muy orgullosos de él!

Y tan centrados hemos estado con este último empujón que a estas alturas

no tenemos ni idea de dónde ni cuándo iremos de vacaciones juntos.

Lo que sí está claro es que será un lugar con mar, lejano y que nos permita

descansar, desconectar y recargar pilas.

De momento unas vistas del Egeo para ir inspirándonos: algunas de las

fotografías que Javier traía en su smartphone a la vuelta de su viaje

de fin de bachillerato.

Nuestro destino no será Grecia, aunque yo tengo unas ganas enormes

de volver: en mi caso fui en el viaje de fin de carrera hace ya unos

cuantos añitos (algunos más de los que tiene Javier).

Apetecible, ¿verdad?