Ojos del alma

Acaso la mayor ambición del artista plástico sea ver.

Ver, desear ver..., en lo pictórico (como en lo religioso),

ojos metales (ojos del alma)

con que escudriñar lo infinito

Ángel Núñez

Esta frase, que escribió mi padre hace mucho tiempo

para el catálogo de una de sus exposiciones, me atrapó desde

el principio.

Tanto que, años después, la mandé grabar en una paleta

plateada para regalársela en su cumpleaños.

Ahora mi padre reniega un poco de ella, dice que “por cursi”.

A mí sigue haciéndome meditar.

Él, mi padre, es un hombre básicamente religioso en el

sentido primigenio de la palabra (reliqio),

desde un punto de vista filosófico y de trascendencia.

Se define como agnóstico, o como a él le gusta decir,  

“un ateo cagón”.

Desde hace unos años la diabetes ha mermado

considerablemente su vista.

No quedará totalmente ciego pero ya no puede

leer un libro impreso ni, por supuesto, pintar,

sus dos grandes pasiones.

No distingue los colores, sólo distingue contornos.

Limitados hasta ese punto sus ojos metales,

ahora su frase cobra para mí un significado especial.

Sus ojos del alma (que son los míos) adquieren

mayor protagonismo.

Van mostrando, revelando, aclarando, preparando…

Este niño grande que hoy cumple 82 años,

hace cuatro años volvió a matricularse en la universidad.

Esta vez, como él dice, por puro placer y eligiendo

las disciplinas que le gustan, filosofía, historia, derecho…

El primer año de esta vuelta al campus ya tenía limitaciones

en la vista pero aún podía manejarse.

Inquieto y catacaldos como ninguno, eligió también

informática e implicó a toda la familia, como siempre,

hasta la extenuación, sobre todo a los nietos mayores.

Profesor particular, equipos completísimos y de todo tipo,

en casa de mis padres se volvía a vivir una nueva fiebre,

la fiebre de las nuevas tecnologías,

que nos arrastró a todos, incluso los que vivimos lejos,

a través de llamadas intempestivas y de duración imposible.

Hoy damos por bueno todo ello.

Gracias a un lector de textos puede escuchar libros y apuntes.

Mediante programas que amplían y leen sitios web,

 el asesoramiento de la ONCE, el apoyo de sus compañeros

y profesores… mi padre sigue activo, ilusionado, vivo.

Y esperemos que siga así por muchos años.

¡Felicidades, papá, te queremos!