Será por mi formación de arqueóloga, pero esta pequeña cabecita de terracota, que representa una joven mujer del Cartago ya dominado por los romanos, es uno de mis "tesoros" preferidos.
La adquirí en Túnez junto a una lucerna, también en terracota, que reproduce fielmente uno de aquellos "candiles" de época romana. De hecho, con aceite y mecha funciona pues cuenta con su hueco para la grasa y el agujerito superior.
Volviendo a la cabecita púnica, se trata sólo de una reproducción pero no me importa. Un arqueólogo que se precie nunca debería perseguir la pieza, apoderarse de ella, pues pertenece a la humanidad como patrimonio.
Con los rasgos apenas insinuados, su nariz y boca perdidas por el tiempo, resulta tan delicada, tan evocadora que me encanta contemplarla e imaginar la joven que sirvió de inspiración, la ropa que llevaría, la casa en la que viviría, quizás una villa pues lleva peinado de patricia...
En fin, ya me estoy trasladando a otro tiempo y otro lugar.
No tengo remedio.
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